La tarde es calurosa pero aun corre viento. Los pequeños gatos están cansados de sus extraños conos. Tan pequeños pero deben según nosotros los humanos, ser esterilizados, para que no sufran. Una decisión más, que favorece mas que nada, a nosotros mismos.
Hace minutos atrás Verónica me muestra un video llegado por whatsapp. Muestra un niño pequeño de cerca de 8 años dentro de un auto, muy triste, llorando y hablando apenas, por algo que en un principio parece increíble y tierno.
El llora con muchísima amargura por lo que esta pasando a su alrededor. Por los animales maltratados, por el corte de árboles, por el planeta.
En un principio el video mostrando al niño me impactó. Ver a alguien tan pequeño pero tan consciente fue impresionante y conmovedor.
Luego de mi primera impresión el niño comenzó a llorar con rabia, y dentro de sus palabras surgió una que no debía estar dentro de este pequeño ser: “odio”. El niño dentro de su desconsuelo pronuncia tal palabra, que dentro de mi provocó un cortocircuito, una desarmonía impensada. Un niño tan pequeño sintiendo odio.
El video esta grabado por sus padres, pero ellos en ningún momento calman a su hijo para que el no sienta este terrible sentimiento, solo asociado a adultos. Talvez muchos piensen que es genial y espectacular que los niños sean capaces de darse cuenta de lo grave que esta pasando en nuestra tierra.
Talvez muchos crean que los niños están siendo mas conscientes de su alrededor.
Y es esto lo que estremeció mi propia conciencia. Hasta que punto los niños deben sentir rabia, odio, o sentimientos reservados a la vida de los adultos, ¿porque ellos deben sentir asi?
No quiero ver ese video otra vez. La rabia fue traspasada hacia mi por los adultos que no ayudaron a ese pequeño a estar tranquilo.
Cuando somos niños debemos ser libres, debemos ser seres intocables. Y que lo que nuestros pequeños ojos vean sea luz, tranquilidad y paz. Debemos enseñarles a querer, a jugar y a darse cuenta que la palabra odio, no debería existir.
