Estudios demuestran que la enseñanza agresiva y dura de padres a sus hijos dentro de sus hogares, puede contribuir a que los niños sean más sensibles a la presión de compañeros en la escuela y podrían incluso abandonarla.
El estudio fue hecho a cerca de 1500 adolescentes, y demostró que los niños cuyos padres los trataban a gritos o con castigos, eran más propensos a abandonar la escuela, sin importar incluso las calificaciones que ellos tenían. El estudio demostró además que los niños eran mucho más propensos a involucrarse en situaciones de riesgo, como comportamiento sexual temprano, peleas y robos.
los entornos hostiles hacen que la supervivencia sea incierta, por lo que los niños que crecen en ellos se centrarán en recompensas inmediatas en lugar de objetivos a largo plazo
Los resultados sugieren que la escuela no es el incentivo del problema, ya que estos niños suelen poner en primer lugar a sus amigos y tienen conductas que los hacen sentir bien en el corto plazo. Suelen romper las reglas o evitar tareas para pasar el ratos con sus amigos.
“En nuestro estudio, la crianza violenta se relacionó con un menor rendimiento educativo a través de un conjunto de procesos complejos en cascada, que enfatizaban las conductas orientadas al presente, a costa de metas educativas orientadas al futuro”, según la investigadora principal Rochelle F. Hentges de la Universidad de Pittsburgh.
Es importante decir, que este estudio no significa necesariamente que la enseñanza agresiva esté causando directamente que los niños abandonen la escuela: la correlación no es igual a la causalidad.
Todos estos comportamientos se asociaron a la vez con un bajo rendimiento educativo, lo que significa que los niños tienen más probabilidades de abandonar la escuela secundaria o la universidad, independientemente de cuán inteligentes fueran o de cuán educados fueran sus padres.
“Los jóvenes cuyas necesidades no son satisfechas por sus principales figuras de apego, pueden buscar la validación de sus compañeros”, explicó Hentges.
Según Hentges, estos resultados reflejan teorías evolutivas que sugieren que los entornos hostiles hacen que la supervivencia sea incierta, por lo que los niños que crecen en ellos se centrarán en recompensas inmediatas en lugar de objetivos a largo plazo.
Esta investigación revela con mayor certeza situaciones que llevan muchos años en nuestra sociedad. Padres que enseñan a sus hijos de forma dura o agresiva, en su mayoría obtendrán el resultado opuesto a lo que ellos le piden a sus hijos. Son entonces las escuelas, colegios o universidades, las que pueden aportar al rechazo que los niños tienen a las proyecciones de largo plazo hacia sus necesidades. La creación de programas educativos mas atractivos y de corto plazo, podrían ser de mucha ayuda a estos niños, que se ven inmersos en situaciones de stress y violencia continua en sus hogares.
Fuente: Society for Research in Child Development